Sobre Nosotros

 

La leyenda de HONTZA, el búho

En el pinar de Dueñas donde habitaban pacíficamente los pinos y las encinas, los jabalís y los corzos, la lavanda y el enebro, ahí vivía una pareja de búhos reales. Pocas personas podían presumir haberlos encontrado sobrevolando el bosque. Solo al anochecer, cuando la luna bañaba en plata toda la vegetación y que tanto caminantes como agricultores habían vuelto a casa, dejando el sitio en un profundo silencio, solo entonces, las rapaces desplegaban sus enormes alas y salían a volar por encima de las viñas en busca de alimentos. Eran los guardianes de aquel lugar y de todas las criaturas que allí vivían. Todos los seres del bosque agradecían su protección. Dicen que, gracias a esta presencia, la viña del pinar de Labraza estira su floración durante semanas, dejando un aroma difícil de olvidar para aquellos que han tenido la oportunidad de disfrutarlo.

 
El pensamiento es la metamorfosis de la fuerza de crecimiento
— Rudolf Steiner

HONTZA nace como proyecto para poner en práctica los valores que nos guían: vivir en armonía con la naturaleza, cuidar la tierra y a todos los seres que la habitan, respetando sus ciclos y estudiando sus procesos, lo que nos ayuda a seguir transformándonos cada día, contribuyendo a crear un mundo mejor.

Todo comenzó en 2015 en Labraza, Álava (Pais Vasco) de donde es originario nuestro padre. La misión que nos propusimos: recuperar el trabajo de nuestros antepasados y darle una nueva dimensión, cerrando los ciclos. Desde entonces, seguimos este mismo leitmotiv: "de la tierra a la copa", produciendo vinos procedentes de nuestras viñas en lugar de vender esta uva excepcional a grandes bodegas. Para ello, comenzamos desde la base, regenerando la tierra de los viñedos mediante las técnicas de la agricultura biodinámica , de la que seguimos aprendiendo y aplicando, hasta llegar al producto final, que respeta al consumidor: un vino biodinámico

 

Iker: Soy nieto de pastores e hijo de agricultor. Mi infancia la viví en íntima relación con el campo y su realidad: trabajar duro, estar pendiente de los elementos y aprender directamente de la naturaleza. Cuando terminé mis estudios en Ciencias Ambientales, consciente del tesoro que teníamos aquí, en el pueblo, decidí quedarme. Mi deseo era seguir cuidando las viñas viejas e ir un paso más allá: producir y comercializar el primer vino de Labraza, con la idea de valorar este terroir tan especial y desarrollar una actividad vinculada al pueblo, como se hacía antaño.

Trabajamos nuestras viñas según los principios de la agricultura ecológica y cada día aprendo más sobre la agricultura biodinámica : elaboramos preparados biodinámicos y trabajamos tanto en las viñas como en la bodega respetando sus pautas.

Javi: Al igual que a mi hermano, mis recuerdos de infancia más queridos están en Labraza, con su gente, con la libertad de recorrer sus campos y con la curiosidad que despertaba todo lo que la naturaleza me ofrecía en esas tardes de verano en el pueblo. Esto caló hondo en mí, creando un gran interés por saber cómo funcionan las cosas y cómo se relacionan. Con el tiempo, mi espíritu inquieto me llevó a estudiar electricidad y automatismos, además de recorrer muchos rincones del planeta, sin poder olvidarme de mi tierra. A mi vuelta a España, mi hermano acababa de impulsar el proyecto de Viñedos Hontza, lo que infundió en mí las ganas de incorporarme a un emprendimiento que me ilusiona, no solo porque está enclavado en mi tierra, sino por los valores que lo sostienen: respeto por la tierra, gratitud y compromiso.